Las personas más inesperadas me han enseñado algunas de las cosas más importantes en la vida.
De una niña con una enfermedad de por vida, aprendí que es necesario manifestar nuestro afecto a nuestros seres queridos TODOS los días. Ya que no sabemos cuando terminará nuestra vida o la de ellos.
De una anciana enferma de osteoporosis extendida, que en lugar de renegar por la enfermedad, le da gracias a Dios porque la tiene y es muy paciente... Hasta que le toque irse.
De una amiga, que la amistad durará hasta que decida olvidarla. Porque solo entre amigos se puede avivar el sentimiento y mantenerlo vivo. No depende de 1 sino de los 2.
De un joven enamorado, que se puede amar intensamente sin importar nada ni nadie. Aún cuando pasen los años seguirá amando porque continúa recordando los buenos momentos. Y porque sabe perdonar.
De un joven rencoroso, que la vida es efímera y cada uno ESCOJE cómo vivirla. Nadie nos obliga a ser quienes somos hoy, porque siempre estamos tomando decisiones.
De un anciano con sentimiento de culpabilidad, que es mejor aprender a perdonar y pedir perdón en el momento en que ocurrió a esperar muchos años y luego no poder hacer nada.
De mi hermana pequeña, a no tenerle miedo al ridículo y a cometer nuestros errores sin presión alguna. Tomando todo con calma y una sonrisa.
Estos son algunos que considero como los más relevantes...