No me persigas en sueños. Sabes que te pertenezco.
No me mires así, sabes que no me resisto. Estoy hecha a tu medida. Ni más ni menos. Aún siento el palpitar de tu pecho en mis oídos. Aún, con la respiración entrecortada, sé cuando piensas en mí.
A ti que todo te he negado, déjame llenarte de besos y caricias una vez más. Déjame seducirte y abrazarte.
Te dejaré cubrirme con tu cuerpo, como tanto te gustaba.
Déjame sentir tu aroma, una vez más. Quiero que tu olor quede impregnado en mi ropa como siempre.
Lo recuerdo, mi cabello solía ser tu perfume preferido. En cada abrazo fundido, ese que solo tu sabías darme, ese efímero y eterno. Ese que me hace estremecer desde el pensamiento. Ese lleno de felicidad y emoción contenida. Ese mundo en el que solo estamos tu y yo.
Por favor, déjame quedarme. Solo esta vez. Ámame, aunque esto solo sea un sueño. Bésame, como si fuera cierto. Mírame eternamente.
En el siguiente encuentro, prometo no seguirte. Volverás a tu mundo y yo al mío.