lunes, 18 de marzo de 2019

Diablos... tú otra vez


Hoy te vi y se mi corazón comenzó a latir en urgencia. "Idiota" ya no te pertenece. Necesito encontrar mi paz interior y pensar con claridad. El asistente de la profesora se empeña en explicar las funciones de la cámara y pienso en cómo haremos el corto para el examen final y en cómo de bien le queda esa gorra azul. Carajo. Concéntrate. Mis nuevos compañeros se ríen del nuevo video en Facebook y procuro recordar sus nombres. La rubia - Nicole, el de lentes - David, el de teatro es Bill y el bajito Jean Pierre. Siento cómo se me va tensando el cuello y de pronto una punzada en la frente. Otra migraña no ppr favor. Pasa media hora en presentaciones. Escucho su risa. Uno de sus amigos me mira a distancia con una mirada rara. Me vale, me giro a ver los difusores de luz. Siento frío por el aire acondicionado. Me sobo los brazos con las manos para calentarme y mi cabeza vuelve a jugarme sucio. Recuerdo sus abrazos y caricias. Joder. Estoy cansada de estar de pie, quiero sentarme. Esta clase es eterna. La profe ni vino. Tengo hambre. Espero que al salir no me toque verle la cara. Pasa otra media hora más y ya por fin nos dejan ir. Él sale primero y siento alivio. Recojo mi mochila y voy a la puerta, él está ahí parado conversando con un amigo. Por las mil... reviso el celular y pienso en llamar a mi compañera de trabajo para almorzar o lo que sea y no pensar. No necesito despedirme. Salgo del campus y le mando un audio en plan queja a una amiga. Ya entiendo lo que es cruzarse al ex y ahora me toca verle por todo el ciclo. Esto recién empieza. Gosh.

Dolor


Me duele el corazón.
Mi pecho bombea la sangre necesaria mas no cabe el aire adecuado.
Demasiado miedo oculto, demasiada represión de ira, demasiado ruido interno.
Qué necesito para despertar y salir de este encierro? Hasta cuándo voy a sentirme atada de manos y pies? Hasta qué punto aguantar este lugar asfixiante?
Mi cabeza no concibe nada de esta situación inhumana. Los ruidos ensordecedores del mundo exterior me distraen y me dan un breve sentido de libertad. Cierro los ojos y me imagino ahí en el campo corriendo libre. Sonrío para mi misma y una lágrima me recorre la mejilla. No entiendo.
Qué está pasando? Qué estoy haciendo? Cómo llegué a esta habitación sin luz? Vivo en un lugar alejado de todos. Me alisto para salir adelante, me maquillo las muñecas y tobillos. Me dibujo una sonrisa y salgo. Soy servicio, soy luz, soy una impostora. Observo el dolor en los ojos de una anciana y me derrumbo. Qué estoy haciendo? Llegaré a su estado si sigo este camino?
Quiero salir de este encierro y ver la luz con mis propios ojos y sin máscaras. Quiero recorrer el mundo con mis pies libres y mis brazos sintiendo el aire correr. Estoy luchando para salir. De pronto me despierto y ha sido todo un mal sueño. Tengo una nueva oportunidad para hacer de este día el mejor de mi vida. Dejaré de escribir para vivir mi propia historia...

Gracias


A ti que confiaste en mi, me contaste tus más profundos miedos y sueños.
A ti que te he amado desde hace ya algún tiempo, que me escuchaste suspirar de alivio y de miedo.
A ti que gustas tanto del amor y compartir con los demás tu alegría.
A ti cuya alegría se quedó tan pendiente de mí que olvidó la propia historia.
A ti cuyos lamentos pasaban de cenizas a fuego en un instante.
A ti y tu voz que me encendió el corazón de alegría y vida por sentirme especial.
A ti que el tiempo se te pasaba volando y te preocupabas por ganarle sin dormir.
A vos que me buscabas en la madrugada para conversar y solucionar las cosas.
A vos como ser humano enfurecido que golpeabas el timón y las paredes que me dieron miedo y aún así no me alejé.
A vos cuyas palabras de aliento siempre fueron las que necesitaba oír.
A vos que te despojaste de tu ser para ser parte de mi mundo.
A vos que sin pedirtelo me invitaste a todas partes y me enseñaste la liviandad de escuchar el sonido de las olas.
A vos que me viste por primera vez como mujer en aquel salón de clases y te fijaste en mí.
A ese que esperó meses a mi regreso.
A ese que no perdió el tiempo en salir con otra persona mientras no estaba.
A ese que me celaba por cojudeces y le costaba confiar.
A ese que me oprimió el corazón tantas veces sin notarlo.
A ese que consolé para que todo estuviera bien entre los dos.
A ese que me cobijó bajo sus mantas hasta calmar mi llanto.
A ese que aguantó mi cólera y fatiga hasta puntos insospechados.
A ese que hoy necesita alejarse de mi para sanar.
A esa que hoy está dispuesta a soltar.
A esa que siente dolor y agradecimiento de tener un músculo adolorido y vivo en el pecho.
A esa que ha pasado por tanta gente y que ahora discierne entre quienes sí suman y quienes no.
A esa cuya vida está despertando con la acción.
A esa parte de mi y de ti que nos faltó ser.
A esas partes de mi y de ti que fueron.
A esas partes que siempre han estado ahí acompañando mi andar en la vida.
Gracias por tanto.
Fueron lo que necesité en el momento preciso y hoy agradezco su tiempo y sentimientos sinceros.
Hoy los dejo ir. Hoy te dejo ir.
Hoy me elijo. Hoy me amo.